Es tiempo de buenos propósitos de cara al año que acaba de comenzar: objetivos a cumplir, restos a superar, proyectos, etc.
Como ejercicio previo a la declaración de intenciones que todos nos hacemos cuando el calendario cambia de dígito ¿Has hecho un balance de lo que en el año extinto pudo haber sido y no fue?
Una vez identificados los objetivos que se nos escaparon, los desafíos todavía pendientes, los proyectos que aun esperan, cabe preguntarse qué no lo hizo posible.
Hay que mirar hacia delante, es cierto. Pero si no dedicamos un tiempo a desvelar lo que nos frena, las barreras que se nos atragantan, los miedos que nos paralizan, es difícil progresar y 2012 puede convertirse en una repetición de la misma historia.
Tener claro los objetivos es primordial. Identificar lo que nos ha dificultado en el pasado alcanzar metas es requisito imprescindible para progresar, afrontando lo que nunca nos atrevimos, bien por falta de conocimientos, o debido a nuestras propias creencias autolimitantes sobre la falta de recursos o habilidades.
Nuestras carencias y debilidades se solventan con formación y entrenamiento. Nuestros miedos se vencen afrontando y cuestionando las creencias que nos impiden liberar el gran potencial que llevamos dentro.
Imagen: ppdigital
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