Lo que no se puede comprar

Ordenar, dar instrucciones, es fácil. Lo difícil es conseguir que tus colaboradores se impliquen con pasión en la consecución de unos resultados. Entendemos el liderazgo como el arte de influir sobre los demás para que se impliquen con entusiasmo en la consecución de unos objetivos dentro de un proyecto compartido. 

¿Cómo desarrollar tu influencia sobre los demás? ¿Cómo puedes conseguir que la gente se involucre, se implique y comprometa en tu proyecto de empresa? ¿Se puede exigir el compromiso, la excelencia o la creatividad? 

Gestionar un negocio es una cosa y liderar un equipo es otra bien distinta. La gestión no es algo que hagas con la gente. Puedes gestionar un inventario, una cuenta bancaria, unos recursos. Pero no gestionas otros seres humanos. Se gestionan cosas y se lidera a personas. 

Liderar es inspirar, ayudar a otros a alcanzar una altura superior a la que ellos esperaban -a ser más de lo que jamás soñaron ser-, una altura que nosotros sabíamos que estaba a su alcance, aunque ellos desconfiaran. 

El liderazgo es un arte. Un arte es una destreza adquirida o aprendida. El liderazgo se puede aprender y desarrollar si se unen a una firme voluntad las acciones apropiadas. 

En el mundo de la empresa tratamos con voluntarios –o ¿acaso no tienen libertad para irse?-. Lo más importante que puede aportar un colaborador (su corazón, su mente, su compromiso, su creatividad, sus ideas…) no se puede exigir, sino ofrecerse voluntariamente. 

El papel del líder es muy difícil -probablemente lo que más- y sólo puede ser desarrollado con grandeza, si no hay grandeza no hay liderazgo. Y es difícil porque requiere obtener de los demás lo que no se puede exigir ni comprar con dinero. 

 

Imagen:raulpiriz.wordpress.com

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