Employee passion = Customer devotion

El título de este post hace referencia a un viejo aforismo muy conocido en el mundo empresarial anglosajón.

Las emociones son contagiosas y el entusiasmo no se escapa a esta generalización. Con frecuencia oímos decir a los expertos en marketing  que “somos nuestro producto”. Por encima del servicio o producto que ofrecemos al cliente, comunicamos un estado. Este axioma constituye un arma de doble filo, ya que el cliente asocia, de manera metaconsciente, nuestro estado a lo que queremos vender.

¿A quién de nosotros no le ha ocurrido que teniendo la decisión de compra prácticamente tomada hemos desistido por la pésima atención recibida por el vendedor?

¿A quién de nosotros no le ha ocurrido que sin tener intención alguna de comprar hemos acabado haciéndolo contagiados por el entusiasmo desplegado por el vendedor?

Por encima de capacidades y habilidades, es la pasión puesta en la labor encomendada la variable de mayor impacto en la cuenta de resultados de cualquier negocio.

La fidelidad de un cliente dependerá del historial de emociones positivas que seamos capaces de inducir en su relación con nosotros y nuestro entorno. La pasión por lo que hacemos genera inevitablemente emociones en el público objetivo al que nos dirigimos; contagiar esta emoción al cliente es la mejor garantía de su lealtad.

 

Imagen: calgrin

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