¿Cuánto invertimos a lo largo de nuestra carrera en capacitación técnica? ¿Cuántos invertimos en aprender para diagnosticar mejor, para tratar mejor, para operar mejor, para conseguir mejores índices productivos, etc.?
Estar al día, reciclarse, es fundamental; ser bueno en nuestro trabajo pasa por dominar el mayor número de aspectos técnicos de nuestra profesión.
Pero la excelencia es algo más. Y este algo más tiene una repercusión directa en la cuenta de resultados de nuestro negocio.
¿Cuándo invertimos a lo largo de nuestra carrera en aprender a vender nuestros servicios? ¿Cuánto invertimos en aprender a vender nuestro proyecto a socios y colaboradores? ¿Cuánto invertimos en aprender a crear y consolidar nuestra marca y posicionarnos en la mente de nuestros clientes?
En las facultades nos enseñan a cuidar de la salud y el bienestar de los animales, nos enseñan a producir alimentos sanos de manera eficiente. Después, con la experiencia y el continuo reciclaje nos preocupamos de aprender más y más para ser buenos profesionales. Pero nos olvidamos de lo que, casi con toda probabilidad, repercute más directamente en la prosperidad y futuro de nuestro negocio.
Lo podemos llamar vender, influir o seducir; da igual. Aquí, hoy más que nunca, está lo que marca la diferencia.
Imagen: cohdra