El éxito en cualquier actividad profesional depende de multitud de factores. Una vez inicias tu carrera profesional, se acaban los planes de estudios y ni asomo de programas que te ayuden a aprender y dominar la actividad. Nos encontramos solos a la hora de decidir las destrezas y capacidades que deben trabajarse y mejorarse, y con escasa idea acerca de cómo hacerlo.
Cuando intentamos algo y no nos sale como queríamos, caemos en el desánimo, llegamos a la conclusión de que no valemos para ello y abandonamos. El concepto que tenemos del talento determina nuestro desempeño y el de aquellos sobre los que ejercemos algún tipo de influencia (hijos, empleados, etc). Por talento entendemos la aptitud natural para hacer algo mejor que la mayoría. Ahora surge la cuestión: ¿El talento es innato o se desarrolla con la práctica?
Quizás, algún ejemplo pueda derivarnos alguna conclusión sobre este apasionante dilema:
Mozart es probablemente el paradigma del talento y de su genio nadie duda. Un pormenorizado análisis de su biografía arroja datos muy relevantes. Su padre, también músico y compositor, le sometió desde los tres años a un intenso programa de educación musical. Los estudiosos de su obra sostienen que las composiciones realizadas durante la infancia y adolescencia no contienen elementos originales, sino adaptaciones de otros compositores. Resulta curioso que Leopold, el padre, dejara de componer a partir de consagrar su vida a la formación de su hijo. La primera obra, considerada por los expertos como maestra, la compuso el joven Mozart a los 21 años, es decir, tras 18 años de intensa formación. No es difícil encontrar casos similares en otros campos de las artes y el deporte (Picasso, Paco de Lucía, Rafa Nadal…).
Hasta el momento, la ciencia no ha sido capaz de identificar genes que codifiquen una habilidad particular. Las disciplinas orientadas al crecimiento y desarrollo personal basan sus enseñanzas en el axioma de que todos tenemos una fuerza y potencial mayor de lo que imaginamos. Y ese potencial se traduce en talento a través del esfuerzo, el entrenamiento y la práctica.
En el camino hacia el éxito resulta clave identificar las aéreas de nuestro rendimiento que necesitan mejorar y afrontarlas, en lugar de evitarlas; saber dónde queremos llegar y los pasos que hay que dar para alcanzarlos. Es difícil tomar estas decisiones por nuestra cuenta, necesitamos ayuda. En cualquier actividad, es de vital importancia disponer de la opinión de entrenadores y mentores que nos indiquen sobre lo que hemos de trabajar y cómo hacerlo para progresar y allanar la senda del éxito.