Para afrontar la actividad profesional con las mayores garantías de éxito, debemos asegurar el estado interno que nos permita desplegar todos nuestros recursos para dar el máximo. El estado emocional influye en el interlocutor. Somos nuestro producto, por lo que el cliente asocia nuestro estado al servicio que ofrecemos y la empresa que representamos.
Con frecuencia la frustración, el pesimismo o la desgana, impiden acceder al cliente en un estado óptimo, disminuyendo por tanto la habilidad para ganar su confianza e influir.
¿Por qué es crucial el manejo de estados?
El ESTADO en el que estamos determina el comportamiento, y por tanto condiciona el desempeño, la eficiencia y la excelencia.
¿Cómo podemos cambiar un estado de desgana o desánimo a un estado de “puedo con todo”?
Rompiendo la inercia del desánimo y la frustración actuando COMO SI fuera imposible fallar. Actuar COMO SI implica un cambio de actitud, o dicho en otras palabras, tomar una decisión que precede a la acción. Una vez tomada la decisión y pasado a la acción, podemos acceder a cambiar nuestro estado de dos maneras: a través de la actitud corporal y a través de la respiración.
La postura, gestos y movimientos que adoptamos cuando estamos tristes, decaídos, difieren mucho de cuando estamos alegres, excitados o de buen ánimo. ¿Qué hacemos y cómo nos movemos cuando nos sentimos fuertes, con plenitud de recursos y actitud triunfadora? Todos tenemos movimientos y gestos que nos dan fuerza, poder. Es muy sencillo ¡adoptémoslos! Utilicemos el cuerpo para predisponer a nuestra poderosa mente a que ponga todos los recursos que necesitamos para dar lo mejor.
El cambio del patrón de respiración es un potente mecanismo que nos ayuda a cambiar el estado interno. El mecanismo consiste en enseñarle a tu cerebro a asociar el cambio en el ritmo de la respiración, como interruptor para pasar de un estado problema a un estado deseado. Por ejemplo, un estado de ansiedad se caracteriza por un ritmo respiratorio rápido y superficial; el cambio voluntario y consciente a un ritmo más lento y profundo, envía rápidamente señales a nuestro cerebro sobre la necesidad de cambiar la ansiedad por un estado de tranquilidad y dominio de la situación.
Imagen: Joost J. Bakker IJmuiden