Un hospital «público» veterinario

Con asombro leo en internet un artículo sobre la inauguración de un hospital público veterinario para atender a las mascotas de ciudadanos con bajos recursos en la ciudad brasileña de Sao Paulo. 

La noticia está abierta a la polémica por todos sus frentes. Por señalar algunos: puede resultar paradójico tal iniciativa (destinar recursos públicos a velar por la salud de las mascotas) en un país en el que, a pesar de su empuje y espectacular crecimiento y desarrollo, la desigualdad social se hace evidente dándose la mano opulencia y pobreza extrema a escasas cuadras de distancia, y donde la sanidad pública es aun deficiente; por otro lado, los recelos que la irrupción de los servicios públicos, en un negocio tradicionalmente privado, pueden despertar en los profesionales que se dedican a la clínica libre. 

Pero no es mi objetivo poner el foco en la controversia social o política por destinar recursos públicos a cuidar del animal de compañía habiendo aun necesidades higiénicas y sanitarias por cubrir en las populosas favelas alrededor de las grandes urbes brasileñas. Ni tampoco polemizar sobre una supuesta competencia desleal que supondrían servicios gratuitos financiados por todos frente a iniciativas empresariales privadas. 

Son los argumentos esgrimidos por la municipalidad para justificar tal iniciativa: bienestar animal, aliviar la angustia de personas para las cuales sus mascotas son la única fuente de afecto y velar por la salud pública previniendo la transmisión de enfermedades. 

Los colegas que me siguen saben que hay un tema que me apasiona y recurrente en mis escritos: la dicotomía “necesidad / lujo” a la hora de considerar la tenencia de animales de compañía, y cuyo concepto determina el planteamiento y enfoque de nuestro negocio. 

No puedo estar más de acuerdo con los argumentos que defienden la creación del hospital público veterinario brasileño, los cuales confirman mi férrea posición favorable a considerar la mascota como una necesidad directamente ligada a la calidad de vida de las personas. 

Celebro la noticia y espero que ayude a ganar adeptos (por el bien de la sociedad y de nuestro negocio) a favor de la mascota como satisfactor de necesidades básicas del ser humano. Huelga decir que nosotros, los veterinarios, jugamos un papel crucial, contribuyendo directamente a hacer que la necesidad que la mascota satisface sea perdurable. 

Comparto plenamente la opinión del colega brasileño Director del Hospital saliendo al paso de quienes polemizan sobre el uso de recursos públicos en tales menesteres: “Curar a esos animales domésticos de familias pobres es en realidad también curar a sus dueños” 

Me gustaría resaltar que, independientemente de los desequilibrios que como sociedad aun afronta Brasil, resulta ejemplar que la defensa de los animales (“el respeto a la vida, la libertad corporal y la integridad física de los animales, prohibiendo prácticas que los pongan en riesgo o provoquen su extinción”) figure en la Constitución del Estado, en contraste con un país como el nuestro en el que algunos maltratos animales siguen institucionalizados. 

Un ejemplo a seguir. 

http://blogs.elpais.com/vientos-de-brasil/2012/08/primer-hospital-en-brasil-para-animales-pobres.html

 

imagen:acoteama.blogia.com

 

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