Juan Carlos Castillejo, biólogo, veterinario y MBA por el Instituto de Empresa, lo ha sido todo en la industria farmacéutica veterinaria: director general de Cyanamid, director general de Fort Dodge, director general de Pfizer y Presidente de VETERINDUSTRIA.
Queremos compartir con Juan Carlos la visión que, desde su privilegiada atalaya, tiene de la profesión que compartimos.
Juan Carlos ¿Qué le falta a la profesión veterinaria en nuestro país?
La profesión veterinaria tiene mucho más potencial del que estamos desarrollando ahora mismo. A bote pronto se me ocurre, por un lado una mayor vocación empresarial y por otro mayor cualificación en idiomas. Ninguna de las dos necesidades están siendo suplidas por las facultades.
Las facultades de veterinaria no son capaces de imprimir carácter empresarial a los estudiantes y esta es una carencia grave, pues al final todos en un momento determinado, tenemos que actuar como empresarios, bien sea en una clínica de pequeños animales, en una entidad ganadera o, como pueda ser en mi caso, la dirección de una empresa que vende medicamentos, vacunas y servicios a los clientes.
¿Qué es para ti el éxito?
Alcanzar los objetivos que te has propuesto en la vida; si al mismo tiempo, tu desarrollo profesional es paralelo al desarrollo profesional de tus colaboradores y de tu entorno, misión cumplida.
¿Qué consideras haber aportado a la profesión?
Cuando entré en la industria como delegado de ventas, los veterinarios comerciales estaban mal vistos, los propios colegas consideraban que no era un área digna o propia de un veterinario. Entre muchos conseguimos que esa imagen se cambiase totalmente, ¿cómo? demostrando que tan importante como vender medicamentos era saber vender soluciones e ideas a los propios veterinarios. En una palabra, aportamos valor añadido.
Hoy, afortunadamente, la empresa se ve como una opción digna y atractiva para el veterinario.
Gracias a mis diferentes cargos de responsabilidad, y junto con otros colegas, hemos contribuido a establecer y fortalecer relaciones con los stakeholders, personas en diferentes ámbitos de la sociedad con poder de tomar decisiones que afectan directamente a nuestra profesión.
¿Qué ha representado para ti la presidencia de VETERINDUSTRIA?
En primer lugar, conocer el sector desde otros puntos de vista y no solo desde la perspectiva de tu propia empresa.
En segundo lugar, tener la oportunidad de conocer y tratar con personalidades de cuyas decisiones depende en gran parte el futuro de nuestro negocio, como ministros, secretarios de estado, directores generales, profesionales de la investigación o de la formación. Acercar en definitiva el administrado al administrador, haciéndoles partícipes de las problemáticas del sector e intentando buscar objetivos comunes.
¿Cómo nos ve la administración a los veterinarios?
En todo lo relacionado con la sanidad y la nutrición animal nos ven cerca; en aquello que no está tan directamente relacionado con la sanidad animal, nos ven aun lejos.
¿Y ese podría ser nuestro gran reto?
Claro, nuestro reto es hacer valer el papel crucial que juega el veterinario en la salud pública: enseñar y hacer ver a la sociedad que detrás de cada vaso de leche que nos bebemos hay un veterinario, que detrás del control de numerosas enfermedades transmisibles hay un veterinario, que detrás de la compañía y bienestar que aporta una mascota a una persona mayor hay un veterinario y que si hoy es posible comer alimentos de origen animal sanos y baratos es porque detrás hay un veterinario.
Sin duda el día que consigamos que la sociedad española nos vea como protectores de su salud y calidad de vida habremos dado un salto importante.
¿Qué oportunidades sigues viendo para el joven profesional que se acaba de licenciar?
Las oportunidades pasan por ocupar nuevas posiciones dentro de la sociedad. Me preocupa que la mayoría de los estudiantes con los que hablo en las facultades manifiesten querer dedicarse a la clínica de animales de compañía. Yo creo que ese mercado tiene ya su volumen, su capacidad y el número de mascotas en los últimos años no está creciendo; además, la crisis está contribuyendo a que haya una menor renta disponible para afrontar los gastos del veterinario.
A esto hemos de añadir el excesivo número de facultades que hay hoy en día en el país. Por tanto, creo que urge ampliar el abanico de opciones y una mayor orientación a profesionalizarse en diferentes áreas que no sean sólo la sanidad animal (industrias alimentarias, diagnóstico, tratamiento de residuos, control de plagas, etc.).
El veterinario, como han hecho otros profesionales, tiene que tener la mente tremendamente abierta y ser capaz de verse realizado en unos trabajos donde hace unos años ni se nos había pasado por la cabeza. La otra alternativa es el empleo precario, montar una consulta de dudosa rentabilidad, desarrollar labores propias de un auxiliar o hacer de peluquero canino.
Yo creo que las facultades tienen mucho que hacer en modificar esos comportamientos, empezando por definir ¿qué es hoy día un veterinario?, hemos de cambiar la definición de la veterinaria hacia un concepto muchísimo más amplio y de mayor influencia en nuestra sociedad.
Muchas gracias Juan Carlos por dedicarnos tu tiempo, ha sido como siempre un placer conversar contigo.