El aceite lubricante

En las organizaciones se suele dedicar mucho tiempo a aburridas e improductivas reuniones. A los directores, gerentes y jefes les resulta sencillo convocar una reunión para tratar temas de interés, analizar resultados o discutir la estrategia a seguir. Lo que no es tan frecuente es convocar a un colaborador para decirle lo que la empresa espera de él, corregir un desempeño deficiente o manifestarle lo importante que es su trabajo para la organización.

¿Por qué hay tanta reticencia en los responsables de las empresas a hablar con un colaborador sobre lo que verdaderamente es importante?

Afrontar cara a cara las emociones de la gente en la intimidad de un despacho puede que sea una de las causas, y esto es un gran error.

Las necesidades más básicas que un trabajador busca satisfacer en su puesto de trabajo, se traducen, una por una, en respuestas a las 6 preguntas detalladas a continuación:

  1. ¿Cuál es mi tarea? ¿Qué se espera de mí?
  2. ¿Cómo lo estoy haciendo? ¿Estoy respondiendo a lo que se espera de mí?
  3. ¿Le importo a alguien? ¿Alguien valora mi trabajo?
  4. ¿Cómo nos va al equipo / al departamento / a la empresa?
  5. ¿Hacia dónde vamos, cuál es la estrategia de la empresa?
  6. ¿Cómo puedo ayudar? ¿Qué puedo aportar de valor? ¿Qué más puedo hacer?

La satisfacción de la primera lleva automáticamente a la segunda, y así, progresivamente, al llegar a la sexta, hemos convertido este diálogo en la herramienta más potente y eficaz para lograr el compromiso y la motivación de los equipos. Si un trabajador no sabe qué significa para la organización lo que hace, esto conlleva a la insatisfacción, la frustración y la baja productividad. Lo peor que nos puede ocurrir como ser humano dentro de un grupo, es no ser valorado ni apreciado por lo que hacemos.

Unos pocos minutos diarios o semanales son suficientes para este crucial intercambio de información. Un buen proceso de comunicación es el lubricante que ayuda al óptimo funcionamiento de la organización. Para ello tan sólo hace falta tiempo, y mucho menos del que se emplea en el café de la mañana.

 

Imagen: mconnors

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