No hace mucho, satisfacer al cliente era garantía de éxito. Tiempo después, satisfacer ya no fue suficiente, fidelizar se convirtió en condición sine qua non para hacer progresar nuestro negocio. Hoy, cuando parece evidente que para el mismo tipo de productos y servicios hay más oferta que demanda ¿tener los clientes satisfechos y fidelizados nos asegura tranquilidad y larga vida a los buenos resultados?
¿Qué les impide a quienes compiten legítimamente en el mismo mercado satisfacer y fidelizar de la misma manera que lo hacemos nosotros?
¿Qué podemos hacer diferente para que los clientes nos elijan a nosotros?
Vendemos servicios relacionados con la sanidad, la alimentación, la producción y el bienestar animal. Resulta iluso pensar que nuestros servicios o productos son mejores que los de la competencia, y puede que lo sean, pero también ellos pueden defender los suyos con argumentos tan sólidos y convincentes como los nuestros.
Somos nuestro producto, y precisamente lo que somos y cómo somos es lo único que nos puede diferenciar. La relación, el trato, el compromiso, la conexión con el cliente que generamos son únicos e inimitables, porque somos seres únicos e inimitables. Toda relación profesional o comercial (como cualquier relación humana) se gesta dentro de un espacio conversacional tejido a base de emociones; nada hay más original e inimitable que las experiencias que hacemos vivir a los demás, no tanto por lo que hacemos, sino por lo que somos.
No te conformes con fidelizar a los clientes, crea adeptos. La diferencia entre un cliente fiel y un cliente adepto, es que el primero volverá cada vez que te necesite, mientras que el segundo, además de volver, predicará a favor de tu causa.
No vendas servicios ni productos, vende experiencias, es lo único que marca la diferencia; y es precisamente esta experiencia la base sobre la que debes construir la estrategia de tu negocio.
¿Cómo vender esa experiencia? A través de tu establecimiento (si lo tienes), a través de tus empleados (si los tienes), a través de tu web (si la tienes), a través de las redes sociales o a través de ti. Cualquier interacción con el cliente, sea física o virtual, es una magnífica oportunidad.
Llegar a vender a un cliente puede resultar sencillo pero no te garantiza nada; llegar a su corazón puede que sea más complicado, pero si lo consigues, te lo has ganado como el mejor prescriptor de tus servicios.
“Un servicio es una transacción. Una experiencia es algo memorable: lo que marca la diferencia”
Imagen:marketingdepymes.com