No somos los mismos después de ver y comprender. La consciencia o el puro “darse cuenta” modifica lo que observa. Si identificas el patrón (o los patrones) de tus conductas no deseadas y las creencias asociadas, dicho patrón tendrá cambios.
Despertar la conciencia nos trae gratas sorpresas, pues a menudo olvidamos los valores que realmente proporcionan paz y felicidad en la vida. Con frecuencia se nos olvida qué es lo verdaderamente importante y dónde deberíamos poner nuestro tiempo.
Guíate, al menos una vez al día, a una relajación profunda. Mientras estamos en vigilia, hablando por teléfono o conversando, nuestras ondas cerebrales circulan a un ritmo de 21 ciclos / sg, frecuencia que llamamos estado de vigilia o “estado beta”, es decir, un estado de control y pensamiento racional. Al cerrar los ojos y respirar profundamente, comenzamos a relajarnos y nuestra frecuencia cerebral va descendiendo al “estado alfa” alcanzando frecuencias de entre 14 y 7 ciclos / sg. Esta frecuencia lenta nos hace más receptivos y nos facilita un estado de conciencia atento que permite observar y comprender procesos mentales muy íntimos y profundos. En estos niveles de consciencia estamos en disposición de preguntar a nuestra mente profunda lo que buscamos, lo que nuestra vida necesita.
El objetivo de este ejercicio no es otro que la observación de tus pensamientos. Cuando observas un pensamiento, no eres el pensamiento, sino el testigo del pensamiento, si no fuese así no lo podrías “observar”. El ojo no se ve a sí mismo, para ver el ojo hay que salir fuera de él. Con la mente pensante pasa lo mismo: para ver tus ideas, tus creencias, tienes que ir más allá de tu propia mente pensante, tienes que situarte en la posición de testigo u observador de tu mente, y ese es precisamente el nivel de la conciencia, el nivel en el que tan sólo contemplas neutralmente, sin juicios.
Entrena tu estado de consciencia. Dedícate un espacio de tiempo todos los días. Relaja tu cuerpo acompañado con respiraciones y procede a observar tus pensamientos ir y venir. Mientras lo haces, drenas las pequeñas frustraciones del día, las cuales, durante los primeros minutos de silencio, te van a desaparecer. Si mantienes despierta tu atención observadora, te sentirás mucho mejor y en contacto con los niveles más profundos de tu ser.
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