El desarrollo de las personas que forman parte del equipo es una tarea fundamental de directivos, líderes o propietarios de empresa. La inversión más importante que deberá realizar un responsable es la dedicación a sus colaboradores, y esto implica tiempo. Cuanto mayor es la plantilla, mayor será el tiempo a dedicar.
¿Cuánto tiempo empleamos, en una jornada normal de trabajo, a hablar con el equipo, a evaluar su desempeño, a preocuparnos por su estado, a corregir, a animar…?
Ante el cambio de actitud en un colaborador, la primera reacción suele ser de sorpresa, la segunda de decepción. Ahora hagámonos la siguiente pregunta: ¿Tras detectar el mínimo atisbo de preocupación, malestar o cambio manifestado por esa persona, nos hemos interesado por él o ella como ser humano?
La experiencia nos demuestra que el ser humano adopta una actitud positiva ante quien le manifiesta interés, se preocupa y tiene en cuenta sus emociones. A menudo no está en nuestras manos la solución de lo que atribula a un colaborador, pero nunca debemos olvidar que sentirse escuchado y acogido es unos de los pilares que sustentan la lealtad.
Los incentivos, sean en forma de gratificación dineraria, vacaciones o asistencia a congresos, son necesarios. Habrá casos en los que son apreciados y otros en los que ni siquiera son valorados. Lo que jamás un colaborador olvida es el tiempo dedicado a él como persona.
Dedicar 5 o 10 minutos diarios a hablar con nuestros colaboradores directos sobre lo que les preocupa, o sencillamente sobre lo que les importa, no es una pérdida de tiempo, sino la mejor inversión que podemos realizar para velar por la motivación del equipo y, por tanto, el futuro de nuestro negocio.
Imagen: UNC – CFC – USFK