A pesar de la difícil situación por la que atravesamos hoy día, el recurso más escaso sigue siendo, no el dinero en contra de lo que cabría pensar, sino el capital humano, y es precisamente este el pilar sobre el que construyen el éxito las empresas.
El gigante de bienes de consumo Procter&Gamble ha invertido unos 83.000 millones de dólares para generar una riqueza de unos 126.000 millones. Microsoft, a lo largo de su historia, ha invertido 30.000 millones de capital financiero para crear una riqueza de unos 221.000 millones. Aun más impactante, Google ha necesitado tan sólo 5.000 millones de inversión financiera para aportar a sus accionistas una riqueza de aproximadamente unos 124.000 millones.
¿Dónde está la diferencia?
Estas compañías nos han enseñado que el éxito se crea a partir del factor humano. Se trata de la competencia (la contratación y gestión de personas) probablemente más difícil y del recurso más escaso. Son las capacidades de los equipos, por supuesto, pero sobre todo su empeño y compromiso en el proyecto, lo que determina el éxito de una empresa.
¿Se trata entonces de contratar los mejores expedientes o los más capacitados? No, se trata de contratar las mejores actitudes. La excelencia en el desempeño proviene de la mentalidad basada en la superación, el crecimiento y el aprendizaje constante, y no de una mentalidad estática sobre la base de unos conocimientos adquiridos en el pasado.
Las empresas de éxito asignan a las personas tareas que les obligan a esforzarse para aprender y crecer. El rendimiento extraordinario se construye a través de actividades diseñadas específicamente para mejorar destrezas concretas; la diferencia estriba en el progreso, en la mejora constante, en el reto.
Ser cada vez mejores en aquello que deseamos hacer, es una de las principales fuentes de satisfacción y motivación. Problemas, dificultades, desánimo, decepciones es moneda común en cualquier actividad ¿Dónde nace la fuerza para superar el enorme esfuerzo que supone llegar a ser el nº 1 en aquello que hacemos?
Surge de la pasión, y ésta sólo es posible a través de la mentalidad de crecimiento que nos invita a la asunción de retos, con la convicción de que el dominio en lo que hacemos se alcanza con el esfuerzo y la práctica.
Imagen: Orin Zebest